martes, 23 de marzo de 2010

Señe

Señe significa "chica" en vasco, y así la llamó durante toda la vida su marido Fidel.
Yo la conocí allá por el año 97, el año en el que me casé y me fui a vivir a la calle Cándido Soto González, en Pozuelo. Era una calle cortada, pequeña, sólo para los pocos vecinos que allí vivíamos. Hubiera podido ser mi madre, por edad, pero sobre todo fué mi amiga. Hicimos buenas migas enseguida... un día, por mi cumpleaños, apareció con su ríquisima tarta de manzana por mi casa y dimos buena cuenta de ella... a partir de ahí, comenzamos una relación maravillosa.
Luego me presentó a sus hijas, Marta e Itziar, hoy íntimas amigas mías... fueron viniendo nietos e hijos, que a su vez se hicieron amigos... un día anunció que se iba a vivir a Villanueva de la Cañada, al lado de la casa que se compraba Itziar, y que dejaba su casa a su hija Marta... me encantó tener a su hija de vecina, pero se iba ella.... ya no se presentaría en mi casa a tomar café y hablar de lo divino y humano, ya no haríamos corrillos en la calle mientras los niños jugaban desde que llegaba la primavera hasta bien entrado el invierno, bebiendo limonada y cantando a coro con joaquín...
Al tiempo de estar allí le diagnosticaron la enfermedad, y estaba tan avanzada que enseguida se fué.. durante ese tiempo, aunque mi deseo hubiese sido estár más con ella, no me atreví, me daba miedo estorbar.... nunca olvidaré la última vez que la ví, tumbada en su cama, rodeada por sus hijas y amigas, una tarde de verano. Sabía que no habría más ocasiones.... Murió poco después y no me pude despedir, ni decirle lo que la quería, ni cuánto la iba a echar de menos....
Durante meses, aparte de la inmensa pena que me invadía, tenía un nudo en el estómago, pero no sabía la razón....
Llegó el otoño, y un buen día soñé con ella... llamaba a mi puerta del jardín, y al abrirla, estaba ahí, guapísima, con un jersey azul, y con los brazos abiertos... nos fundíamos en un abrazo y llorábamos las dos... yo le decía, por fín, todo lo que llevaba dentro.... luego ella se despedía, y se marchaba. Me desperté llorando como una madalena pero... sin nudo en el estómago.. nunca más lo he tenido.
Siempre que voy a casa de Itziar y entro por el salón, miro hacia arriba, donde estaba su habitación y la saludo... y sé que ella me responde.
El viernes volví a soñar con ella. Venía de visita, a ver cómo estábamos, a ver a su querido Fidel, a sus hijos, a achuchar a los nietos, a cantar una canción con Joaquín.
No te olvido, Señe.

2 comentarios:

  1. Conocí a Pilar allá por el año 80, cuando aterricé en el colegio de monjas de cuyo nombre no quiero acordarme. De entonces guardo una única y sólida amistad: Marta. Y detrás de Marta estaba Señe, que me acogió como una más de su clan, generosamente como hacía con todos, con Fidel, con sus hijos a los que cuidaba como una mamá leona con sus amigos y con todos los que vendrían después. Recuerdo las meriendas de los martes antes del ensayo con la coral, su maravillosa voz de mezzo, sentada al piano, su energía y vitalidad, siempre solar y carismática. Cálida, cercana, sensible, muy humana, sabía querer y ser querida y su casa era un hogar, un lugar lleno de vida del que no apetecía marcharse.
    A Pilar le debo mi amistad con Marta, después de unos años en los que seguimos caminos distintos, me la encontré por la calle e insistió en que nos volviésemos a ver. Ignacio y yo nos vestimos de gala y aparecimos por sorpresa en su boda. Desde ese día nuestra amistad se ha hecho cada vez más estrecha.
    Que suerte el haber soñado con ella, yo la veo en los ojos y la energía de Itziar, en la determinación y el sentimiento de familia de Marta, en el sentido del humor de Fidel hijo, en cada recuerdo de Fidel padre…¡y en la música!
    ¡Precioso homenaje a una grandísima mujer!

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  2. gracias, hélène, por tu entrada... quién mejor que tú para seguir hablando de ella...

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